El primer año del gobierno de Cambiemos se caracterizó por un fenomenal proceso de endeudamiento externo encarado desde el Estado, que posicionó al país como el principal tomador de crédito externo entre los países emergentes. Incluso, la colocación de abril de 2016 para “cerrar” el conflicto con los fondos buitre (unos USD 16,5 mil millones) fue consagrada como la más importante en la historia de un país emergente, record que sólo fue superado por Arabia Saudita unos meses después. El festival de deuda no cesó en 2017 y el gobierno continuó endeudándose en dólares con bancos privados (a través de REPO), actores locales (con LETES) e internacionales (a través de la colocación de bonos a 5 y 10 años).
El pasado jueves 12 de octubre el INDEC informó que el IPC del mes de septiembre fue de 1,9% a nivel nacional y 2% en el GBA. Con estos resultados, en 9 meses de 2017 la inflación acumulada (17,6% nacional y 18% GBA) que informa el propio ente de estadísticas oficial ya superó el techo del 17% de la meta de inflación prevista por el BCRA para todo el año y puso en discusión la política impulsada por la autoridad monetaria bajo la presidencia de Federico Sturzenegger.
Hace algunos días el actual Ministro de Finanzas, Luis Caputo, indicó: “tres de cada cuatro veces que hemos emitido deuda, ha sido para cancelar deuda". Estas declaraciones efectúan una doble operación. Por un lado, argumentan que el endeudamiento responde a una “pesada herencia” de elevados vencimientos y, por ende, el aumento de las obligaciones financieras resultaría ajeno al modelo económico que lo sustenta. Por otro, las declaraciones de Caputo omiten deliberadamente que, incluso en un contexto como el actual donde la baja en las tasas favorecería un roll-over de deuda, no hay ninguna necesidad de re-financiar la totalidad de los compromisos con nueva deuda. Incluso en las condiciones actuales del país sería posible sostener un proceso de desendeudamiento con utilización de reservas compuestas por dólares obtenidos por vías más genuinas (por ejemplo, el saldo comercial). Desde ya, esta última opción no es la adoptada por la gestión de Cambiemos.
En el informe anterior correspondiente a la fuga de capitales en 2016 se advertía acerca del importante incremento de la salida de divisas acompañado de un proceso de creciente endeudamiento externo en el primer año de gestión de la Alianza Cambiemos. Durante todo el año 2016, la Formación de activos externos del Sector Privado No Financiero (FAE del SPNF) alcanzó los 9.951 millones de dólares, mostrando un fuerte crecimiento en relación con el año anterior.
Las recientes intervenciones del Banco Central de la República Argentina – BCRA- con la venta de 1.471,7 millones de dólares en la plaza cambiaria el día 25 de abril, y otros 853 millones de dólares el 26 de abril –que arrojaron, sin embargo, un cierre del dólar minorista en alza a $20,837- colocaron en el centro de la escena el cíclico debate sobre las determinaciones del movimiento del tipo de cambio y, particularmente, sobre la problemática de la restricción externa en una economía periférica como la Argentina.
Equipo monetario-financiero: Hernán Letcher, Germán Muiño, Magdalena Rua, Julia Strada y Leandro Ziccarelli.
1) Con “la salida exitosa del cepo” no llegó la lluvia de dólares. Sólo ingresaron 513 millones de Inversión Extranjera Directa en primer trimestre 2016 –enero, febrero, marzo-, contra 412 millones en el mismo trimestre del año pasado (2015). Si se mantiene un ingreso de 500 millones por trimestre, son 2000 millones de dólares al año. Es una cifra significativamente menor, por ejemplo, al ingreso de Inversión extranjera en 2012, de 3.744 millones de dólares, tratándose precisamente del primer año de plena vigencia del “cepo”, que fue fustigado por impedir las inversiones. Incluso en 2011 la inversión extranjera había sido de 3.502 millones de dólares.
Informe del Observatorio de Precios, Salarios y Equidad del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).