Análisis de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) utilizada por el INDEC según el cambio de metodología realizado en 2016
A raíz del cambio de metodología del cálculo de la pobreza realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC), desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) en el informe Medición de la pobreza en Argentina: ¿Estratagema de ocultamiento o simple deterioro institucional?, hicimos un análisis crítico de dicho cambio.
No obstante nuestro análisis, se ha popularizado la idea que el cambio en la canasta básica alimentaria (CBA) sería un simple cambio de vara aceptable y razonable que el INDEC realizó y por lo tanto estaría ausente de crítica. Y que este cambio de canasta básica alimentaria es la que produce la notable diferencia entre las mediciones de pobreza anteriores y la actual. A su vez, la nula intención del INDEC de empalmar las series, o de explicar lo sucedido entre noviembre 2015 y abril 2016 en cuanto a este indicador queda tapado por el cambio de “vara”.
Como lo indicamos en nuestro análisis de la metodología en el informe mencionado, nuestra hipótesis es que el cambio de CBA en exigencia nutritiva y cambio de variedades no explica el salto de niveles de pobreza de la medición anterior. Estimamos que ha habido un salto en el nivel de pobreza de noviembre 2015 a noviembre 2017 de alrededor de 10 puntos.
Además, la nueva metodología está plagada de inconsistencias y lagunas en los informes metodológicos que no son dignos de un instituto de estadísticas nacional. Para solo mencionar uno: el hecho que las canastas, el coeficiente de Engel y que la población de referencia surjan de las encuestas nacionales de gastos de hogares de 1996/1997 y de 2004/2005 es suficiente para poner en serias dudas la nueva metodología. Para más detalles ver el informe de CEPA, Medición de la pobreza en Argentina: ¿Estratagema de ocultamiento o simple deterioro institucional?,
El propósito de este breve informe es comparar las CBA de la nueva metodología y de la anterior y demostrar que la diferencia en los valores monetarios de ambas es pequeña y por lo tanto no es la fuente de la gran diferencia en los guarismos de pobreza que arroja la nueva metodología en relación a la anterior. Por el contrario, la fuente de las diferencias origina en varias inconsistencias en la metodología, la más relevante es que el patrón de consumo que surge de esta nueva CBA, basado en una encuesta de gastos de hogares vieja de 20 años, no es consistente con lo observado en la actualidad y no debería utilizarse para medir la pobreza en 2016 en adelante.
Valorización de las CBA
La CBA previa a 2016 estaba basada en un estudio nutricional de 1988 realizado por la nutricionista Elena Morales (Morales, 1988). De este estudio surgieron los requerimientos en calorías adoptados, el adulto equivalente requería 2700 Kcalorías para no caer en la desnutrición. Con estos requerimientos calóricos, a partir de la ENGHo de 1986/1987 se elaboró la composición en productos y cantidades de la CBA. Cabe recordar que la CBA se elabora en función del patrón de consumo observado en la encuesta para la población de referencia (aquella que consume ese nivel calórico en alimentos). La CBA debe traducir a la vez el patrón de consumo y la exigencia calórica.
En el Cuadro 2se encuentra la CBA de 1988. Esta, entonces, corresponde a 2700 kcalorias por adulto equivalente, en términos cuantitativos consta de 36,17 kilos de alimentos y 16,65 litros de alimentos líquidos.
El valor de esta CBA, en base a precios de fines de marzo de 2017, es 2482,22 pesos.
La nueva CBA surge de un estudio realizado en 2003, y en él se propone el cambio de requerimientos nutricionales para toda la población traduciéndose en un adulto equivalente de 2750 kcalorías. A partir de estos nuevos requerimientos y en base la ENGHo 1996/1997 se elabora una nueva composición de la CBA. Por primera vez, se diseñan CBA distintas por región.
En el Cuadro 1se encuentra la CBA de 2003, por región, para cada región la exigencia por adulto equivalente es de 2750 kcalorías o sea 1.85% más calorías que la anterior. En términos cuantitativos, la CBA para el Gran Buenos Aires cuenta con 40,05 kilos de alimentos sólidos y 15,06 litros de alimentos líquidos.
El valor de esta CBA para el Gran Buenos Aires, en base a precios de fines de marzo de 2017, es 2524,32 pesos.
La diferencia calórica entre CBA es de 1,85%, la diferencia monetaria es de 1,70%.
En consecuencia, tal como lo habíamos afirmado en el informe anterior, el cambio de norma de la CBA que aumenta la exigencia en 1,85%, conduce a un aumento monetario en marzo de 2017 en 1,7%. Lógicamente esta diferencia de 1,7% cambia cada mes según qué precios varían.
El cambio de productos o aumento de variedad de productos tampoco incide en el aumento monetario. Con esto confirmamos que no es el cambio de norma lo que produce un cambio sustancial en el aumento de los guarismos de indigencia y pobreza.
Validez del patrón de consumo adoptado
No obstante, la opción metodológica que consiste a cambiar la base del cálculo en base a una encuesta de 1996/1997 es altamente criticable desde nuestro punto de vista. Para demostrarlo basta ver algunos de los consumos de la CBA adoptada.
Sacando el promedio ponderado por población regional para obtener un consumo nacional a partir de la nueva CBA, encontramos:
- carne vacuna: según la CBA se consumen 6,99 kilos por mes o 65,10 kilos per cápita por año. Según los datos de Instituto de Promoción de la Carne Vacuna el consumo promedio de toda la población en 2016 fue de 55,2 kilos per cápita anual (1).
- carne aviar: según la CBA 1,65 kilos por mes o 20,65 kilos per cápita por año, según el anuario avícola del Ministerio de Agroindustria el consumo per cápita anual es de 42,6 kilos (2).
- Carne porcina: según la CBA 180 gramos por mes o 2,41 kilos per cápita por año, según los datos del Ministerio de Agroindustria el consumo per cápita anual es de 12,5 kilos per cápita (3).
- Leche fluida: según la CBA se consume 7,6 litros por mes o 91,2 litros per cápita por año, según información del sector (4) se consumen 23,2 litros per cápita anual.
Como se ve en rubros tan importantes como carne y leche, la CBA no refleja de ninguna manera el patrón de consumo actual. Este ejercicio podría extenderse a otros productos. La diferencia se debe a la evolución del patrón de consumo de la población; en cuanto a las carnes es reconocido el traslado del consumo hacia las carnes porcinas y aviar en la última década y la caída de consumo de las mismas durante 2016 (véase Gráfico 1).
Notablemente para el INDEC la población de referencia estaría consumiendo 10 kilos de carne vacuna per cápita por año más que el resto de la población; también consumiría 20 kilos per cápita menos de carne aviar que el resto de la población cuando esta carne es la fuente de proteínas cárnicas más económica; consumiría 10 kilos per cápita menos de carne porcina que el resto de la población.
Asimismo, según el INDEC la población de referencia estaría consumiendo más de 100% más de leche que el resto de la población total, si bien suele haber mayor cantidad de menores en la población de referencia, una diferencia tan importante borda en lo absurdo.
Todo indica que la CBA es anacrónica y el INDEC ni se preocupó de contrastarla con los consumos actuales.
Consecuencias para la Canasta Básica Total
La metodología de medición de la pobreza exige medir el patrón de consumo de una población de referencia (aquella en el umbral de la pobreza) a partir de una encuesta de gastos de hogares, ahí se establece el patrón de consumo alimentario y la relación monetaria entre este consumo y los demás. En efecto, la teoría sostiene que a medida que aumentan los ingresos disminuye el gasto en consumo en alimentos en términos relativos (Ley de Engel) por lo tanto se supone que para la población de referencia (que detenta un rango de ingresos) sus consumos en otros bienes se realiza con los ingresos restantes después de haber asegurado el consumo alimentario y por ello, la porción restante de los ingresos se dedica a estos bienes. De allí surge que existe una relación entre el gasto de consumo en alimentos con el gasto de consumo en el resto de la canasta básica. Esta relación se construye a partir del valor monetarios de las canastas y se denomina el coeficiente de Engel.
Así la relación entre el monto monetario de la CBA y el resto de los consumos se fija y de ahí se establece la canasta básica total (CBT) y la relación entre ambas es el coeficiente de Engel. La CBT no consiste en productos o cantidades sino en el monto monetario de los bienes no alimentarios que consume la población de referencia al momento de la encuesta. Una vez establecida esta relación fija, la CBA y CBT se actualizan cada mes con los precios de las mismas. En otras palabras se asume que no habrá cambios significativos en el patrón de consumo o sea en la composición y cantidades de las canastas. Sin embargo, este supuesto fuerte se debe a la dificultad y costo de realizar encuestas de gastos muy seguido y no a que no se sepa que existen cambios en los consumos. Como los consumos cambian, aún más en países que han sufrido cambios de precios relativos, alta inflación u otros shocks económicos, la base del cálculo se revisa con cada nueva encuesta de gastos. Como lo dice justamente el INDEC en su documento metodológico:
“Es un hecho conocido que los hábitos de consumo de la población argentina tienden a cambiar con el transcurso del tiempo. La población de referencia no queda exenta de este fenómeno y, por lo tanto, se requieren actualizaciones metodológicas cada cierto tiempo a fin de lograr una mejor adecuación entre la medición de la pobreza y los hábitos de consumo de la población. El procedimiento habitualmente seguido para la actualización mensual del CdE [Coeficiente de Engel] no logra reflejar estos cambios en los patrones de consumo, dado que lo que hace es mantener, a través del tiempo, la relación del consumo alimentario y no alimentario observada en el momento de la encuesta de gasto de los hogares. Es necesario, por lo tanto, un cambio de base del CdE, para poder reflejar dichas diferencias.” (5)
Así de la misma manera que se evidencia claras diferencias entre la CBA de 1996/1997 y los consumos actuales, lógicamente habría diferencias entre los consumos de CBT de aquel entonces y la de hoy.
Es más complejo mostrar el anacronismo de la CBT, puesto que no es una canasta realmente si no un monto monetario de todos los otros bienes básicos que consume la población de referencia. No obstante, el análisis comparativo de las encuestas nacionales de gastos de hogares 1996/1997, 2004/2005 y 2012/2013 al mirar la relación entre el gasto de consumo en alimentos y bebidas en proporción al gasto de consumo total vemos variaciones entre cada encuesta (véase Gráfico 2). Ello demuestra que la relación entre la CBA (alimentos y bebidas) del resto de los consumos (CBT) varía. Por lo tanto, no se puede pretender estimar el comportamiento de consumo de la población de 2016 en base al patrón de consumo de la población de 1996/1997 o 2004/2005.
Llamativamente y a pesar de la afirmación del INDEC citada más arriba que es conforme con el estado del arte de la metodología, el INDEC hoy está calculando la pobreza en el país en base al patrón de consumo de 1996/1997 y 2004/2005.
Notas al pie
(1) http://www.ipcva.com.ar/estadisticas/vista_consumos_promedio.php
(4) http://diariohoy.net/politica/el-consumo-de-leche-peor-que-en-2001-89496
(5) INDEC (2016c): “Medición de la pobreza e indigencia en la Argentina”, INDEC, Metodología No. 22, Buenos Aires, Noviembre 2016. Disponible en http://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/sociedad/EPH_metodologia_22_pobreza.pdf visitada (2/03/2017)
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